domingo, 10 de mayo de 2009

Los otros chicos de Brasil

Helena Matos recuerda que, cuando era niño, su hijo Thiago se iba a la cama fuertemente abrazado a un balón de fútbol. "Muchas veces, se despertaba a la mañana siguiente todavía abrazado al balón. Era su mascota, por eso se abrazaba a ella para que sus hermanos no se la quitaran." Pese a sus ruegos de que intentara estudiar otra cosa para encontrar un buen trabajo cuando fuera mayor, Thiago insistía en que lo único que valía la pena era el fútbol.

"Era su sueño," dice esta joven madre encogiéndose de hombros, "y ahora lo entiendo y lo acepto." Si Thiago hace realidad su sueño, será en gran parte gracias a EPROCAD, de donde fue alumno desde los 7 años y, ahora, con 15, es aprendiz de entrenador. Por supuesto, seguirá los pasos del noble linaje de los grandes futbolistas brasileños, todos ellos de muy baja extracción social.

A los brasileños se les da bien el fútbol. Su selección nacional, cinco veces ganadora de la Copa Mundial de la FIFA deslumbra al mundo entero: a primera vista solo se ve a un grupo indolente con camisetas amarillas, que acto seguido da un súbito y rapidísimo giro de pantera con una fascinante interacción. Después de la propia selección nacional de cada país, este es el equipo favorito de todos los hinchas del fútbol.

Pero detrás de esa gloria se esconde la desesperación y la miseria en los barrios bajos hostigados por la violencia y las chabolas de Brasil, tan apasionado por el fútbol. A menudo, la principal industria de las "favelas" es el tráfico de cocaína; es habitual que las calles sean escenario de tiroteos entre bandas rivales y milicias de origen local compuestas por policías jubilados o bomberos.

Estas bandas fuertemente armadas tienen una especial predisposición a atacar puestos de policía. En un solo día, en diciembre de 2006, 19 personas fueron asesinadas en enfrentamientos callejeros de las ciudades brasileñas, incluidos los pasajeros de un autobús quemado intencionalmente. La sangría no cesa, es peor que la delincuencia, es casi una guerra civil.

Muchos están enganchados a las drogas desde los diez años

Y los que más sufren son los niños: muchas veces están enganchados a las drogas desde los diez años. Algunos acaban pareciendo viejos arrugados, cuando todavía son adolescentes.

Parece un nudo inextricable de problemas. Pero algunas almas valientes se niegan a tirar la toalla. EPROCAD (Educación Deportiva para Niños y Adolescentes), parte del movimiento "fútbol callejero", que ahora goza de una amplia difusión (apoyado por la campaña de la FIFA Football for Hope), es una de estas agencias que luchan por salvar a los niños vagabundos.

EPROCAD tiene su sede en Santana de Parneíba, una pequeña ciudad en la ladera de la montaña, cuyo aspecto lánguido y su húmedo deterioro vienen a empeorar los frecuentes chaparrones tropicales. La fundación EPROCAD carece por completo de glamour: en las afueras de la ciudad, al final de una larga y desolada carretera, las inhóspitas casuchas de hormigón casi parecen un monumento a la fealdad.

Pero cinco o seis niños y niñas están entusiasmados tratando de jugar al fútbol, pese al áspero terreno y los charcos de lodo que atrapan el balón. El entusiasmo, la dedicación y la visión de futuro de estos niños rebosantes de alegría es el principal recurso humano de EPROCAD.
Trabajando con escuelas locales, la fundación espera mejorar las habilidades deportivas, culturales y sobre todo sociales de los niños y jóvenes de Santana. Algunos, como Thiago, que llegaron de niños, pasan a convertirse en entrenadores; y para muchos de ellos, EPROCAD sustituye a la familia.

Daniel, por ejemplo, llegó aquí cuando tenía 10 años, y ahora tiene 20. Apenas conoce otra cosa. Le encontramos en un pequeño campo de gravilla vallado, supervisando a los niños y niñas que juegan al fútbol con los ojos vendados.

"Quiero que oigan y sientan, no solo que vean..."

Y nosotros nos preguntamos si es esta la genial técnica secreta de entrenamiento para producir Pelés y Kakás. No, explica Daniel: "Es una especie de terapia. Aquí, en Brasil, la gente dice que no tenemos prejuicios, pero lo cierto es que los tenemos. Somos xenófobos y homófobos. Una de las formas por las que tratamos de cambiar esto es a través del juego. Cuando les tapo los ojos quiero que oigan y sientan, no solo que vean. Así nos damos cuenta de que también un invidente puede trabajar y jugar."

Volviéndose hacia los chicos, les dice que dejen de jugar, y ellos le obedecen dócilmente, mientras se quitan las sudadas vendas de los ojos. Nos explica lo que hace.

"Algunos de ellos estaban haciendo trampa, mirando a hurtadillas por debajo de sus vendas para ver dónde estaba el balón. Eso es una falta de respeto hacia los que siguen las reglas. Y el aprendizaje de las reglas de cómo tener éxito interactuando es la base para que esto funcione." Dicho de otro modo: el respeto, la cooperación, la ecuanimidad y el juego limpio son más importantes que la victoria.

En EPROCAD el fútbol es un medio, no un fin, exactamente como la música regional y los bailes que también Daniel enseña a los chicos. La idea que impulsa a EPROCAD es captar y educar al "niño en conjunto"; la agencia asegura que unos 5000 escolares de la comunidad se benefician de su positiva influencia.

Irónicamente, el concepto original de EPROCAD era mucho más unívoco, incluso elitista. En 1983, cuando José Massias da Silva y un hombre de negocios de la zona lanzaron un proyecto llamado EPROPAR, la idea era encontrar niños de baja extracción social que tuvieran la complexión y la forma atlética necesarias para convertirse en posibles futuras estrellas de las disciplinas olímpicas - incluidos el balonvolea, el baloncesto y el atletismo, así como el fútbol. El concepto fue desarrollándose hasta que, en 1994, se fundó EPROCAD.

"Había tantos niños a los que teníamos que ayudar...."

El Señor da Silva, un hombre de aspecto muy serio, actualmente uno de los directivos, explica por qué en un momento determinado les pareció que era necesario ampliar la red y no limitarse a producir Wayne Rooneys y Magic Johnsons. "Había tantos niños a los que teníamos que ayudar en general. Niños que estaban en peligro, niños que habían cometido pequeños delitos. No sólo los potenciales números nueve para el Inter de Milán o el Arsenal." Hace una pausa y después añade suspirando: "Esta institución es insuficiente, es imposible ocuparse de todos los del municipio."

Hablamos de lo que espera que EPROCAD logre en el futuro. "¡Mi mayor deseo es que siga creciendo! Que se convierta en algo como una gota de agua para los niños brasileños. Que cambie por lo menos un poco la situación actual de los niños brasileños. Esta es la meta por la que lucho y trabajo."

Y aun así, por supuesto que sería también bonito descubrir a una estrella del fútbol. De hecho, el personal piensa que puede que la hayamos encontrado en la figura de Thiago. Maria Camargo, una coordinadora educativa, nos cuenta que tiene un cariño especial a este chico tan brillante. Su amplia sonrisa lo confirma. "¡Le conozco desde que era un chavalito muy revoltoso! Ha crecido no solo físicamente, sino también a nivel emocional. ¡Ha adquirido tantas habilidades!"

De ser un alborotador, Thiago ha pasado a ser un digno representante de EPROCAD, que se interesa por todo, especialmente por el fútbol. Y aunque técnicamente es demasiado joven, se le concedió una autorización especial para participar en los recientes campeonatos para jóvenes americanos en los que, según María, obtuvo buenos resultados.

Preguntamos al propio Thiago - un adolescente tímido y educado - cuáles son sus sueños para el futuro. Parece dudar, mira alrededor, como cuando tenía cinco años y buscaba el consuelo de un balón de fútbol.

Por fin, dice: "Todo el mundo sabe que quiero ser futbolista. Pero no sé si podré. Espero que sí. Lucharé por conseguirlo, todavía tengo tiempo." Este sitio, añade, le ha cambiado completamente la vida. Se ha pasado la mitad de su corta vida aquí. Está aprendiendo a tratar con la gente, "a respetar a la gente, y saber dónde está mi lugar y dónde el suyo. Todo es cuestión de respeto."

Cuando le preguntamos por su estrella favorita del fútbol, su expresión se vuelve soñadora. "Robinho. Es increíble, te deja con la boca abierta... Cada vez que le veo jugar en la televisión o en una entrevista me imagino a mí mismo, no quitándole el sitio sino jugando con él. No sé cómo explicarlo. Es..."

Se apoca ligeramente, incapaz de expresarse excepto con una sonrisa. Y después se da la vuelta y regresa al campo trotando, sujetando fuertemente bajo el brazo un balón de fútbol.

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Golazos: Varela

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