El fútbol es un deporte caprichoso por antonomasia, el paso
de Sidnei por Coruña bien podría ser tildado como uno de tantos giros
inesperados en los que una situación positiva y de alegría colectiva para los
aficionados del club se acaba volviendo un dolor de cabeza. Nos situamos en agosto
de 2016, la felicidad corría por las calles coruñesas tras conocer la noticia
de que el club gallego conseguía retener al brasileño tras un intento de
fichaje del Valencia; 6’5 millones pagados al Benfica eran los culpables de que
Sidnei pasase a ser absoluta propiedad del Deportivo convirtiéndose en uno de
los buques insignia del proyecto de Richard Barral y rechazando a un Valencia
que poco tiempo atrás ya había intentado llevarse sin éxito a otro hombre
importante del club, Pedro Mosquera.
La apuesta del club coruñés por el brasileño era clara y la
consecución de la continuidad en el equipo era vista como un golpe en la mesa
del Deportivo a la hora de demostrar capacidad para retener a sus mejores
hombres y mostrar continuidad en un proyecto que parecía comenzar a dar
muestras de optimismo, Sidnei se había convertido por méritos propios en uno de
los centrales más apetecibles de la liga española y en un jugador de
rendimiento contrastado. Como central corrector había destacado en Riazor, un
jugador con un físico imponente y una punta de velocidad casi impropia para un
central de sus condiciones, con campo a sus espaldas bien podría ser
considerado uno de los mejores defensores de la competición, es así como semana
tras semana comenzó a demostrar que a campo abierto era un seguro de vida,
mostrando en numerosas ocasiones su eficacia para ir al cruce e imponerse por
puro físico, incluso se podía ver en Sidnei a un central con descaro y
capacidad para romper líneas en base a su conducción y potencia en salida.
6’5 millones es una cifra importante para un club que debe
contar cada céntimo invertido, ese dinero correspondía al pase del 70% del
jugador por lo que la operación final fue incluso más trascendental para las
arcas del club al rondar los 10 millones de euros. La apuesta del Deportivo era
fuerte y le salió cruz, tras su renovación el nivel de Sidnei comenzó a decaer
y las muestras de ese central imponente empezaron a desaparecer, preocupaba su
escasa concentración en la marca, su incapacidad para defender centros
laterales o su poca efectividad cuando el equipo defendía sin espacios y se
necesitaba un alto nivel de atención. Ante el horizonte del aficionado coruñés
comenzaron a vislumbrar dudas sobre su compromiso y profesionalidad reunidos a
unas salidas nocturnas demasiado habituales que no hacían más que avivar el
fuego que se comenzaba a formar en torno a su figura. El caso de Sidnei en
cuanto a rendimiento recordaba al de Pedro Mosquera, un jugador vital para el
club que tras ser renovado siendo una apuesta importante acabó reduciendo su
rendimiento hasta cotas inimaginables.
La sombra de Sidnei comenzó a ser demasiado grande para una
parroquia de aficionados que ya perdía la esperanza en recuperar la mejor
versión del brasileño, entre los deportivistas ya había calado la opinión de
que se trataba de un central con unas condiciones para ser importante en
primera división pero con una apatía y desinterés preocupante hacia el fútbol,
daba la sensación de que lo que menos le preocupaba al jugador era su
rendimiento deportivo. Tras el descenso la continuidad de Sidnei se antojaba
complicada y todo hacía indicar que lo mejor para ambas partes era buscar una
salida y liberar una ficha demasiado alta para la segunda división; es en ese
momento cuando el Krasnodar entra en escena y parece arrojar algo de luz en el
caso Sidnei con una oferta que devolvería gran parte de lo invertido en el
brasileño, desde Rusia llegaba un trato de 6’5 millones de euros por el central
y el acuerdo no tardó en cerrarse. Todo acordado y Sidnei con las maletas
hechas rumbo a la fría Krasnodar, el propio club ruso hizo oficial el traspaso
mediante sus redes sociales pero sorpresivamente el acuerdo se cayó en el
último momento. El motivo, un Sidnei que volvía a demostrar falta de compromiso
y una actitud cuanto menos reprochable. El jugador llegó a Rusia y tras tener
el traspaso totalmente acordado pidió un mayor salario, la directiva rusa no
accedió a las exigencias de última hora y la oportunidad de mercado para el
club coruñés se esfumó debido a las cuestionables pretensiones del otrora
idolatro defensor.
Tras toda esta problemática y con una situación enrarecida
en Coruña con una afición molesta por las continuas salidas nocturnas del
jugador, apareció el Betis de Lorenzo Serra Ferrer con una propuesta inferior a
la del Krasnodar (3’5 millones) pero mostrándose como una opción para
desbloquear su salida y minimizar unas pérdidas que ya comenzaban a preocupar
en la directiva coruñesa; después de la falsa alarma de Sidnei con el conjunto
ruso al fin llegaba una salida definitiva que daba como punto y final de una
forma gris a una de las mayores apuestas del Deportivo en los últimos años, una
apuesta que se volvió en contra del propio club y terminó por decepcionar a
casi toda la afición deportivista.
Es ahora donde Sidnei debe demostrar su hambre y qué clase
de jugador es, llega a un escenario idóneo para sus condiciones y a un conjunto
con un ambiente sobresaliente, un juego atractivo y un entrenador como Quique
Setién que se ha convertido por méritos propios en uno de los técnicos más
respetados del país. A priori la competencia es dura, gente como Marc Bartra, Mandi
o Feddal no le pondrán las cosas fáciles al brasileño pero las características de
Sidnei se amoldan totalmente a la propuesta del Betis, dónde el brasileño puede
brillar con espacio a sus espaldas y un equipo que toma la pelota como
principal propuesta de estilo. Por condiciones Sidnei es un jugador que puede
sorprender y convertir esos 3’5 millones en una apuesta más que positiva, es un
central que tiene todos los argumentos para ser importante en un club como el
Betis pero las dudas giran en torno a su cabeza y compromiso. Solo será un gran
fichaje para Setién si el propio Sidnei quiere serlo, la pelota está en su
cancha y en sus propias manos tendrá la decisión de demostrar si esto del
fútbol para él solo es una vía para mantener un estilo de vida de alto standing
o si por el contrario es ese central físico e imponente que mostró ser años
atrás.